martes, 4 de enero de 2011

La pizarra que habla juega y es tan divertida

Era la primera vez que iba a clase. No tenía demasiado miedo, pero aquella noche no pudo dormir demasiado. Estuvo pensando y pensando cómo sería su primer día, así que mientras no podía conciliar el sueño ideó una manera para que el tiempo pasara lo más rápido posible.
José Buenaventura creyó que lo más conveniente era imaginar cómo sería el día siguiente, aquella primera jornada frente a veinte chiquillos de entre cuatro y cinco años.
Éste sería su primer contacto directo con estos niños. Cuando él estudió le enseñaron y dieron muchos consejos de cómo debería tratar a los futuros alumnos, pero la realidad siempre se le hacía muy diferente.
En su cama soñaba despierto que todos los niños se mostraban ilusionados con lo que él enseñaba. Que lo hacía de modo agradable y que nadie se le distraía. De esta manera imaginándoselo se quedó dormido.
Al día siguiente, el despertador sonó antes de lo habitual, había que vestirse para la ocasión, por ello, la ropa bien planchada descansaba sobre la silla junto a la cama. Aquel día no se hizo el remolón, se levantó inmediatamente. Se dirigió al cuarto de baño, se aseó y afeitó, luego desayunó y se vistió. Hasta llegar al colegio sólo tuvo que caminar unos diez minutos, que se le pasaron volando, pues estaba muy nervioso.
Una vez allí saludó a sus nuevos compañeros, quienes se mostraron muy contentos con su llegada. Entre ellos murmuraban: ¡pobre maestro! En su clase no hay ni una simple pizarra.
José Buenaventura llegó a su aula y saludó a los pequeños: "Hola a todo el mundo". Pero éstos no le correspondieron. También para ellos era el primer día y no sabían frente a quién estaban y como podrían suceder las cosas. Sólo Norberto, un chico pelirrojo bastante despierto preguntó: "Aquí no hay pizarra". A lo que José Buenaventura respondió: "Ésta gran pantalla será nuestra pizarra y con este ordenador haremos todas las actividades".
Al parecer Norberto no había quedado muy satisfecho con la contestación y volvió a preguntar: "¿Y usted dónde se sentará?" En esta ocasión, el maestro sonrió y dijo que él siempre estaría de su lado. Al parecer la primera prueba con los alumnos no había salido del todo mal. No obstante, para ello tuvo que explicar lo que era una pizarra, pues creyó que la mayoría de los niños nunca habían visto una de éstas. Seguidamente, dijo algo sobre su nueva pizarra y por qué estaba enchufada a un ordenador.
Una vez todos se presentaron y mientras Norberto seguía haciendo preguntas de las suyas, José Buenaventura encendió el ordenador y la pantalla se iluminó. En principio resultó un poco fea pero, de repente, comenzó a hacer ruidos, emitir palabras y hasta tenía música. Había muchos colorines y luego aparecieron dibujitos que se movían, que charlaban entre ellos, que hacían preguntas…que invitaban a jugar.
Después de aquello, los chicos fueron al patio, jugaron con el resto de los amigos, corrieron y saltaron muchísimo. Otra vez en clase estuvieron trabajando sobre actividades que el maestro les mandó.
Los días fueron pasando y todos los alumnos estaban muy contentos con aquella nueva pizarra que hablaba, invitaba a jugar y casi sin querer enseñaba cosas muy bonitas. Cuando los pequeños se habían familiarizado con aquella herramienta, también jugaban directamente con ella. Todos disfrutaban mientras aprendían y José Buenaventura cada día estaba más ilusionado pues veía cómo todos participaban. Incluso Ramón, que tenía un problemita en las manitas, para él había una bola de color azul con la que podía jugar y hacer dibujos, o bien colorear en el ordenador.
Él traía a la clase discos que colocaba en el ordenador y todo el mundo jugaba. A veces, escribía algo y enseñaba juegos de otros países, pensados para los niños de cualquier lugar del mundo. También veían la televisión, sólo los programas infantiles y, de vez en cuando, mostraba lugares muy lejanos.
Un día, José Buenaventura dejó de venir al colegio. Nadie supo lo que le sucedió, quizá nadie quiso preguntar qué le había sucedido. Así que me pusieron en su lugar. Me extrañó muchísimo, el primer día que fui, que en la clase no hubiese pizarra, pero pronto me acostumbré. En la actualidad soy incapaz de enseñar sin la ayuda del ordenador y aquella pizarra que habla, juega y es tan divertida. ¡Ah! Lo había olvidado, José Buenaventura está en la Universidad, un lugar donde enseña a los mayores cosas sobre los niños y siempre que tengo alguna duda, acudo a él.

lunes, 22 de noviembre de 2010

El niño y el angel

En un lugar muy lejano, donde todo sueño se hace realidad, llegaron los sueños de un niño que aquí les voy a contar.
- ¡Mamá!, siéntate a mi lado. Anoche tuve un lindo sueño que no puedo dejar de contar, escucha mamá: quería descansar y descansar y de repente me sentí como si estuviera flotando. Era una sensación fascinante, pues nunca antes lo había sentido. Abrí lo ojos y comencé a ver a mi alrededor muchas nubes y varios caminos y en cada uno había una puerta con un letrero el cual no alcanzaba a leer.
Me fui acercando, mamá, sentí curiosidad, no sé que me pasaba pero algo me empujaba hacia allá. Llegué a la primera puerta y decidí tocar, me abrió una señora muy alta ¿y sábes como se llamaba mamá?, Obediencia, entré, era un salón muy grande donde había muchas reglas que tenía que cumplir, y así lo hice mamá, recordé todo lo que tú me dices, fue hermoso. Salí y me encontré con la segunda puerta, angosta pero muy segura Toqué dos veces, ¿adivina quién me abrió?. Una señora pequeñita llamada: Responsabilidad, casi no la veo mamá, me tomó de la mano y me enseñó un laberinto donde podía jugar y a la vez aprendía a ser responsable, lo pasé divertido, pero me cansé un poco. Salí. Estaba la última puerta, ésta me llamó mucho la atención por el color y por su decoración y aquí si que sentí más curiosidad, pues nadie salió a recibirme, adelanté tres pasos y en ese momento se encendieron muchas luces, era la familia Sinceridad y cada miembro de la familia me decía frases lindas y sinceras y además me entregaba cada uno un paquetico que contenía cariñitos y mucho amor, y me dieron la misión de que los repartiera por todo el mundo ya que hace falta vivir esto entre las personas, el afecto y mucho amor.
Al salir de este cuarto sentí que un ángel me cogió de la mano y me dijo: ven te mostraré quien creó todo lo que acabas de conocer. Caminé con inmensos deseos de saber de qué se trataba, tenía susto mamá, finalmente llegamos y nos detuvimos frente a una puerta gigantesca que tenía unas iniciales que casi no podía leer. El ángel tocó un timbre y la puerta poco a poco se fue abriendo, mi corazón latía y latía hasta que el ángel me dijo: niño, mira quien está al frente tuyo. Miré y grité fuertemente: "MAMÁ ERES TÚ", y tú me contestaste: -si hijo soy yo-. Y el ángel replicó: -es ella la autora de todas las puertas que tocaste.- Nos abrazamos fuertemente y en ese momento desperté y vi que mi sueño se hizo realidad. ¿Te das cuenta mamá, por qué no puedo dejar de contar este sueño?
MORALEJA: resaltar las enseñanzas de la madre y recordar las virtudes principales a educar en la primera infancia.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Cuentos infantiles



este video es de un cuenta cuentos

Aprender a ser y a vivir juntos

Esta es la historia de un pueblo llamado " Lilo" ,adivinen ¿por que? . .. lean esta historia y lo sabrán.
En un pueblo sin nombre vivían cinco familias. Por eso todos se conocían y se querian mucho. Todas las familias tenían hijos, de tres, cuatro y cinco años. En las tardes estos niños se juntaban en el parque. Jugaban a las escondidas, a las carreras, a la pelota, y muchas cosas más. Pero tenían un juego que era su preferido, se llamaba "Las adivinanzas". Las adivinanzas eran muy divertidas para ellos, uno de los niños debía pensar en un objeto que estuviera en el parque y los demás deberían adivinar de qué se trataba, tenían que hacer preguntas sobre la palabra misteriosa para tener mas ayuda.
Gustavo, uno de los niños, pensó en la palabra "árbol", los demas niños preguntaban :
-¿es alto?, ¿es duro?, ¿es liviano?, ¿es de color rojo?. .
Y el juego terminaba cuando alguno de ellos adivinaba, entonces el ganador pensaba en otra palabra. Todos se divertían menos uno. Su nombre era Leonardo, pero sus papás le decían Lilo. Lilo tenía cinco años, era muy bueno, como todos los niños. Ayudaba a sus papás en todo lo que podía. Pero en las tardes su carita estaba triste porque miraba jugar a los demas niños y él no podía disfrutar los juegos con ellos. Tenía un problema. . . Lilo podía hacer de todo, pero no podía hablar, él no tenía voz. Había nacido con ese problemita. Y los niños no se acercaban a él porque no podían escucharlo.
Para sus padres no era ningun problema porque desde muy pequeño le habían enseñado a hablar con sus manos y de esa manera se entendían muy bien. Pero Lilo pensaba que él nunca podría ser como los demas niños del pueblo, ellos sí tenían voz y por eso jugaban a lo que querían.
Una tarde todas las familias se reunieron en el parque a celebrar el cumpleaños del pueblo. Luego de comer cosas ricas, la mamá de Lilo ,llamada Ana, les dijo a todos que se sentaran formando una gran ronda para jugar a algo muy divertido. Despues de formar la ronda bien grande, Ana les explicó como era el juego. Los papás y sus hijos debían adivinar la palabra que Lilo iba a pensar. Nadie sabía como hacer eso porque el niño no podía hablar y no iban a entenderlo. Pero se quedaron en silencio esperando a ver que sucedía.
El juego comenzó. Lilo levantó sus manos y señalo a los niños con una de ellas y con la otra señaló a los papás. Entonces los demas gritaban: ¡la palabra es niños!, pero él con su cabecita les decía que no, entonces seguían gritando otras palabras: ¡señores!,¡señoras!, ¡papás!, Lilo sonreía de poder estar jugando, pero su respuesta seguía siendo "no". Decidió ayudarlos un poco más y usó sus dedos para hacer la primera letra de la palabra, que fue la "P". Y empezaron a decir : ¡papá!, ¡pasto!, ¡paisaje!.
Lilo seguía riendo, nunca se había divertido tanto entre esa gente que él miraba desde su jardín todas las tardes. De repente se paró en una silla y estirando sus brazos señaló todo el lugar y todas las personas que estaban jugando, y fue entonces que uno de los papás gritó : ¡pueblo!, y Lilo comenzó a aplaudir de alegría porque esa era la palabra. Todos rieron y aplaudieron al papá que había adivinado, pero los aplausos más fuertes fueron para Lilo que había hecho reir a todos y sabía jugar tan bien como los demas niños.
Desde aquel día, en las tardes, Lilo y los niños se sentaban en el parque y jugaban a las adivinanzas, pero había algo diferente en el juego. Todos querían que Lilo les enseñara a hablar con las manos, y muy pronto ellos aprendieron a hablar como él y a entender lo que les quería decir. Es por eso que el nombre del Pueblo se llamó Lilo, porque fue él quien enseñó a los demas a vivir todos juntos en ese hermoso lugar sin que ninguno tuviera que cambiar su forma de ser.